jueves, 29 de noviembre de 2007

A mi querido viejo.

-Otra vez te vas a la cancha!!!!- protestaba mi vieja y él simplemente contestaba -HOY JUEGA VELEZ-, la escena se originaba mientras yo jugaba con esos añejos soldaditos a alguna batalla entre blancos y azules, vaya casualidad, jugaba con los colores que a la postre serían mis colores de corazón.
Corrían los años 70 y fui por primera vez de la mano de él a ver al fortín.
A veces aparecen algunos momentos en mi mente de aquellos partidos, algunos nombres de jugadores, el susto por el primer retumbante grito de GOOLLLL!!!!, el fragor de ese sonido me había sorprendido, no tardaría mucho en acostumbrarme.
Recuerdo cruzar la Av.La Plata para ir al viejo Gasómetro en épocas de localía lejana a nuestro Amalfitani, un gol de emboquillada al arquero Reggi de Atlanta por parte del gran Pedro Omar Roldán. Yo siempre al lado de él.
Pasó el tiempo, su carnet de socio activo pasó a ser de vitalicio, no duró mucho tiempo a mi lado en la popular, un día me dijo que iba a empezar a ir a la platea Norte, yo lo acepté, me honraba que el viejo ya fuera vitalicio del club que amaba.
En aquella tribuna Oeste lo extrañé, jugaba a buscarlo y encontrarlo en la platea mientras esperaba por la salida de nuestro Vélez.
El amor por la V azulada ya formaba parte de mi vida y él tenía mucho que ver en esto. Recuerdo su cara en el 79, en el 85, en el 92, me miraba y siempre con su carácter calmo solo atinaba a encogerse de hombro o decirme -no te hagas problema, ¿sabes cuantas veces viví esto?-, pero dentro de él yo sabía que corría un río de angustia, yo lo entendía y me quedaba aplastado en algún escalón pensativo por otra derrota de mi querido Vélez.
Y vinieron nomás las épocas gloriosas, en el 93, ya con sus canas avanzadas y su andar mas lento seguimos a Vélez con la intuición silenciosa que no se nos escapaba.
Aquella noche fría, luego de la escapada a la ciudad de los diagonales, pude gritar por primera vez que mi Vélez era Campeón. Lo llamé, le dije -VIEJOOO, SOMOS CAMPEONESSS!!!!!!, escuché su sonrisa, lo dijo todo sin decir casi nada, mientras las lágrimas corrían en mi mejilla.
Festejamos mucho, lo abracé, por fin!!!, por fin!!!!, al Domingo siguiente nos vestimos de frac, azul y blanco, como aquellos soldaditos con lo que yo jugaba, fuimos al Amalfitani, erguidos, solemnes, sacando pecho, juntos como aquella primera vez que me llevó de la mano.
Hoy, en algún lugar seguramente sigue firme a su Vélez, esperando por otro grito, él seguirá junto a mi, estará siempre ahí, pegadito a su pasión de siempre, ya no nos encontraremos ni a la ida ni a la vuelta en nuestra caminata hacia la cancha o hacia nuestros hogares, pero sigue y seguirá a mi lado, nuestra pasión sigue de la mano y se estrechará como siempre en un abrazo literal en cada gol,
Él seguirá ahí, con mas de 60 años junto a su Vélez, con él aprendí a querer esta V azulada, con él aprendí a amar a esta hermosa institución, con él, siempre con él.
Soy de Vélez, de alma, de corazón, gracias a él, gracias a vos viejo.....
Siempre, toda la vida estarás conmigo PAPA.

Jorge.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Tan lejos y muy cerca.

-Hola Viejo!!, Hola Vieja!!!, CÓMO SALIO VELEZ??
Casi sin darte cuenta lo preguntás en primer término como lo más importante que tenés por decirles, obviando preguntarles como están ellos. Ganó hijo, ganó otra vez!!!, estamos punteros!!!. Buenísimo, que alegría!!!, respondés desde el otro lado del Océano.
Tu amor por Vélez nunca se fue de Liniers, aunque ahora estés muy lejos, en Madrid, en Roma, o en algún otro rincón de América, por citar algunas ciudades de las tantas donde están desparramados muchísimos velezanos o en cualquier otro lugar del mundo tratando de buscar un horizonte diferente al que te ofrecía tu Argentina.
O quizás estés en algún rincón de tu país, en el Norte acompañado por esa geografía particular, acercándote a alguna Peña velezana, querés saber más sobre Vélez y sentís esa sensación sin igual de percibir que no estás solo y muchas camisetas recorren algunos Valles de ese relieve norteño, o estás cerca de la cordillera y dibujás imaginariamente un V gigante en una ladera de algún Cerro o en el sur, pintando con azul la palabra VELEZ en ese blanco casi eterno de tu país. Vélez está en todas partes y así lo sentimos todos, aquí y allá,
Tan lejos y a la vez tan cerca................................
Tu amor por Vélez está bien metido en el barrio y tus viejos lo comprenden, aunque duela mucho .
Dejaste muchas cosas aquí, amigos, tu casa, tus afectos, el desarraigo es muy duro pero tiene un gran don, todos tus sentimientos se multiplican al extremo, todo lo que siempre amaste lo amás aún más.
Seguramente esto te pasa con Vélez, lo extrañas, lo necesitás, lo querés cada día más.
Hablás con otro hincha del Fortín y le decís que escuchaste el relato del partido por internet y te emocionaste con los goles, le decís que el equipo anda un relojito y que te morís por estar en el Amalfitani gritando con los demás hinchas que hasta hace poco veías en la cancha.
Preguntás con quien juega Vélez la próxima fecha, enviás y recibís correos electrónicos, te metes a navegar por páginas velezanas, te acercás, aunque los KM de distancia sean muchos.
Salís al aire por la radio fortinera y hablás con tu voz un poco quebrada, le decís al conductor que extrañás mucho y ellos te contienen desde los micrófonos de la AM Velezana.
Pensás en el colectivo que te llevaba hasta la cancha, recordás los goles que más gritaste, te fuiste con un Vélez diferente al de hoy, te imaginás un Vélez más grande, puntero!!, soñás en la distancia con otro campeonato.
No importa que tan lejos estés, dónde vivas, para nosotros, todo hincha de Vélez que exista en otro lugar del mundo estará siempre aquí, muy cerquita, pegadito al Amalfitani, con su aliento que llega desde lejos.
Hablaste con tus viejos, con tu amigo, con el conductor radial, te metiste en Internet, enviaste un mail.
En Madrid, en Roma, en Colombia, o en tu país pero un poquito más lejos, en dónde sea, siempre hay un hincha del Fortín, que hace fuerza, que aprieta los puños, que grita un gol o que sufre junto a Vélez aún en la distancia, pero que muy cerca sentimos los que estamos aquí.
Aunque estés en otro lugar, Vélez siempre te tiene al lado y percibe el empujón y las fuerzas que hacés desde allá.
Es para vos fortinero del mundo, fortinero del interior a vos quiero agradecerte por seguir amando estos colores, por sentir la V azulada pegada a tu pecho, ojalá muy pronto puedas regresar a tu país si estás en otro horizonte o un poquito más si estás en tu tierra aunque a más distancia y volver a estar en la tribuna o en la platea de Vélez y no te olvides que para nosotros nunca te fuiste, siempre estás, aquí nomás, pegadito a la gran familia velezana.
Ah!, tampoco te olvides eh!, por si no te lo dije, aún a la distancia, estás muy cerca, muy cerquita de Vélez.

Jorge Poma

miércoles, 31 de octubre de 2007

El día que se abrazó al mundo.

Parece que fue ayer, sigue latente, igual que la epopeya de la Libertadores, la Copa Intercontinental marcó para siempre la historia de Vélez.
Y no es para menos, del mismo modo que las apuestas marcaban al San Pablo como el favorito en la Libertadores, esta vez era nada más y nada menos que el Milan en la Intercontinental.
Europa se alzaba con solemnidad ante la envergadura de los jugadores representados por este gran equipo, Baressi, Maldini, Albertini, Donadoni, Massaro, Costacurta (un amigo) y demás integrantes de galera y bastón. Del otro lado los “sudacas”, ¿quiénes son estos morochos? dirían los italianos con soberbia y poco respeto.
Pero en la cancha se ven los “pingos” y nuevamente nuestro Vélez fue príncipe y no mendigo.
Para que hablar del partido, todos lo recordamos en un abrir y cerrar de ojos, la personalidad de este gran y sensacional equipo, su madurez, su oficio, marcaron de entrada quién mandaba y en definitiva quién sería el Rey del Mundo.
Los relojes marcaban las 6:00 AM y todos los fortineros nos despertamos ansiosos por encender el televisor, la espera había sido mucha, las sensaciones de abrazar el planeta estaba en cada mente de toda alma velezana, los nervios eran obvios, pero la tranquilidad de saber que nadie nos pasaría por encima nos daba a su vez serenidad.
Un café, una tostada, un desayuno rápido y el partido comenzaba, algunos en sus hogares, otros pidiendo permiso en sus trabajos para llegar más tarde y no perderse ni un instante de aquel partido que por primera vez en su historia tenía a Vélez como protagonista.
Los italianos acusaron rápidamente que frente a ellos no había un “equipito”, enseguida se dieron cuenta que la parada era muy difícil y que los argentinos habían llegado a Japón con hambre de gloria, con ese fuego sagrado que solo tienen algunos equipos, esos planteles que siempre quedan en la historia como casi “únicos”.
Los ojos rasgados de muchos orientales miraban atentos al gran paraguayo, observaban y se confundían con los cambios de roles dentro de la cancha, el que venía de banca paso a ser punto y viceversa. Pronto el estadio comenzó también a modificar su mirada parcial y se inclinó a favor de esa V azulada que con esfuerzo, humildad, concentración y seriedad comenzaba a hilvanar una nueva historia, la de abrazar al mundo, Trota transformaba en gol un penal clarísimo, una jugada que nació en la pegada del gran CHILA, que desembocó en Basualdo para que luego de un centro preciso, el “turu” fuera derribado, penal y a cobrar, luego el error de Costacurta para habilitar al “turco” quién con movimiento coreográfico ponía las cosas 2-0, seguramente junto al penal del tito Pompei, este gol del turco fueron los más importantes de toda la historia futbolera de nuestro club.
Para que agregar más amigo velezano, el abrazo fue eterno, dura hasta hoy día, así también las lágrimas de emoción, el juez pitó el final y VELEZ ERA CAMPEON DEL MUNDO!!,
Los itálicos no entendían muy bien, más fríos, con menos conciencia de lo importante que era ese momento, no podían comprender la hermosa e inmensa sensación que corría por las venas de los sudamericanos, no podían comprender como ese grupo importante de argentinos se abrazaban y lloraban, mucho menos hubiesen podido comprender lo que se vivía aquí, en Liniers, en cada barrio, en calles de adoquines o asfaltadas, en cada barcito, en cada hogar, o en alguna avenida céntrica, ¿que podían comprender?......
Pero fue así, las camisetas salieron a relucir, los pechos inflados de cada fortinero se hicieron presente en cada rincón de nuestro país, si señor en cada rincón, porque Vélez fue GRANDE y así quedó marcado para toda su vida, en cada rinconcito, en cada corazón, de nuestra tierra y porque no en cada alma que estuviese fuera de ella se gritó por Vélez, aquel gigante dormido que en 1993 despertó y comenzó a escribir otra historia, la de los GRANDES.
Y así fue, el 1 de Diciembre de 1994 Vélez abrazó el mundo, como si fuera ayer, como se sigue viviendo hoy y como seguramente se vivirá mañana, como algo que aún esta vivo dentro nuestro y que el tiempo no modificó, del mismo modo que la Libertadores, la Intercontinental vivirá por siempre en nuestros corazones, como debe ser,
SALUD CAMPEON!!!!.

Jorge Poma.

martes, 30 de octubre de 2007

Crónica de una Epopeya.

No caben dudas que la obtención de la Copa Libertadores de América significó para toda alma velezana que anduviera por cualquier lugar del planeta, una hazaña que hasta antes de comenzar a “rodarla” significaba casi una utopía para nuestras aspiraciones, al menos en la previa.
El 31 de agosto de 2004 es el aniversario del quizás segundo logro más importante de la historia futbolera velezana, 10 años de una epopeya que aún se recuerda con emoción, con casi las mismas palabras aunque contemporáneas de aquel entonces, Vélez se recostaba con solemnidad, con justicia, con sacrificio, en una mitad del mundo, un mundo al que luego en Diciembre terminaría de abrazar con la obtención de la copa Intercontinental.
Fueron años inolvidables, en 1993 Vélez empezó a construir una muralla colosal de logros deportivos, quizás lo que hasta ese entonces eran solo sueños, comenzó a tomar forma luego de la consagración en aquel recordado clausura 93.
Comenzaba una nueva etapa en la vida de cada fortinero, era el nacimiento de un ciclo plagado de lágrimas de emoción, era el inicio de un proceso que sobrepasaría los límites de cada frontera, Vélez entraba en terreno internacional, con paso de gigante, con personalidad, Vélez dejaría marcada la historia de nuestro fútbol, Vélez se consagraría campeón de la Copa Libertadores de América, me pongo de pie, un aplauso más señores, Vélez hará historia, hace apenas 10 años, casi nada.
Todos los recuerdos de esa gran campaña están vivos, muy vivos en cada uno de nosotros. Si bien aquel equipo era sin lugar a dudas muy poderoso, aún así, quién más que los propios velezanos pueden afirmar que ese torneo continental fue un “suplicio”, la ansiedad, los nervios, la angustia en cada escalón superado, la excitación en cada paso que daba nuestro Vélez, nos producía satisfacción, muchísima felicidad, pero a su vez, nadie podía apartarse de un alerta constante a sabiendas de la complejidad y lo dificultosa que era esta ruta.
Poco a poco y a medida que se avanzaba, la realidad iba tomando forma, los hinchas de Vélez, acostumbrados a sufrir, a que nadie les regale nada, a luchar siempre contra la corriente, todos, absolutamente todos nos embarcamos, fusionados, con una sola intención y apuntando hacia una misma meta, a lograr un objetivo que insisto, era casi impensado para muchos.
La zona nos mostraba como cenicienta, nada menos que junto al Cruzeiro, al Palmeiras y a Boca, formábamos parte del grupo de la muerte, no había dudas de ello. Varios años habían pasado para que los argentinos vuelvan a conformar una zona con brasileños y nos tocó a nosotros, vaya juego del destino, ¿no? y encima con dos titanes.
Pero Vélez sabía lo que quería y como hacer las cosas, sacó pecho, acomodó toda su entereza, supo de entrada como hacer lectura de este torneo, no iba a ser fácil, pero nunca se daría por vencido, junto al emblema que significaba tener jugadores ganadores en todo sentido, se le sumo el poder inmenso de la gente, que peleó contra viento y marea, palmo a palmo, acompañando y alentando en cada final, en cada batalla, como suelen ser estos partidos.
Y así fue, de punto pasó a ser banca, la cenicienta se transformó en un cíclope, Vélez ganó el grupo con justicia, esfuerzo, personalidad y corazón, mostró desde el inicio nomás toda su sabiduría, todo lo inmenso que era como equipo, toda su garra y se adueño del grupo, para sorpresa de algunos y convencimiento de muchos, Vélez ya no era ni sorpresa ni revelación, nuestro equipo ya era toda garantía de efectividad, eficacia, oficio y categoría, casi nada.
Ya en segunda ronda pasaría Defensor Sporting, uruguayos aguerridos como siempre y la angustia de los penales tras no sacarse ventaja en ambos cotejos (1-1 y 0-0), Vélez pudo sortear este escollo en el Amalfitani y avanzó a cuartos de final.
Llegaría el turno de Minervén, venezolanos a quienes manejó sin problemas en el partido de ida (0-0) y eliminó casi sin despeinarse en Liniers (2-0), a partir de ahí, la proclama popular, la ansiedad y los nervios de todo hincha fue tornándose casi insoportable, aquello que un día fue una utopía comenzaba a tomar forma real, el sueño de lograr el objetivo seducía a la realidad.
Es el turno del Júnior de Barranquilla ya en semifinal, caída en territorio colombiano (2-1), pero todos recordarán lo que fue la revancha en Liniers, uno de los momentos más dramáticos de aquella epopeya. No hay dudas que fue el mejor partido de Vélez, una combinación de riqueza y calidad mezcladas con una autoridad implacable, pero que por esas cosas que tiene el fútbol, no pudo reflejar en el marcador, apenas fue un mentiroso 2-1 y los penales definirían una vez más el destino de nuestro equipo, nada menos que el pasaje a la final.
La imagen del Amalfitani quedo marcada en nuestras mentes, la suplica, el sabor de una definición que podría llegar a ser tan injusta como dolorosa se reflejaba en cada rostro fortinero, pero el destino volvió a hacerle un guiño al corazón velezano y una vez más nuestro CHILA se erigió como estandarte en esta definición, Vélez estaba en la final de la Copa Libertadores, esperaría a otro titán, el San Pablo.
Ya nada podría reemplazar a esta altura esa sensación indescriptible de coronar un proceso construido a partir del sacrificio, trabajo, humildad y respeto.
El Amalfitani se vistió de fiesta para recibir a los brasileños y alrededor de 40.000 almas se congregaron en nuestro estadio, todo era azul y blanco, todo era pasión y emoción, pero también había mucho respeto hacia el rival.
El turco Asad marcaría aquel gol gritado desde el alma, pero ahí quedaría la cosa, 1 a 0 y a definir en Brasil. Hubo solo unos minutos de algarabía, la diferencia en el marcador no era definitiva y el partido terminó en medio de cierta preocupación por parte de los hinchas a sabiendas que la definición se produciría de visitante y en el legendario Morumbí.
Cigarrillos, insomnio, nervios, más y más ansiedad, y vaya a saber cuantas cosas nos pasó a los velezanos en esa espera, en ese lapso de tiempo que transcurrió hasta el 31 de Agosto de 1994.
Aquel día todos amanecimos inquietos, casi con exceso de preparativos fuimos armando el día, minuto a minuto, nos preparamos para escuchar buenos augurios de viejos compañeros de trabajo o bien para hacer caso omiso de aquellos otros que mediante silencios dicen más que las palabras, pura envidia de no ver a su equipo en lugar de Vélez, de no ser ellos quienes esperaban segundo a segundo el comienzo del partido.
El ocaso dio pie a que la noche llegara luego de que cada minuto de ese día fueran siglos de espera, los nervios fueron aumentando, la ansiedad era ya inmanejable, el regreso a los hogares, recordaremos el saludo de algún vecino, -¡Suerte!-, gritándonos desde su ventana a quién solo atinamos a responderle con el dedo pulgar hacia arriba y apretando los labios, no podíamos ya ni siquiera esbozar muchos comentarios (a veces me sigo preguntando ¿cómo la pasión puede tanto?, en fin..). Seguramente todos recordamos que nuestro estado emotivo era electrizante, ya ni siquiera podíamos escuchar lo que nuestras familias nos decían, esa gran familia velezana que comprende nuestra infinita pasión casi enfermiza por Vélez. Llega la hora más esperada, las voces de Quique Wolf, Alejo Apo y Enrique Sacco, se escuchaban confusas en el televisor por el sonido ambiente de esa “horda” descomunal que presentaba el inmenso Morumbí, ese griterío de la torcida penetraba en cada fontanela velezana y hacía estragos.
Era el momento más importante de la historia de Vélez, un estadio que bramaba, plagado de hinchas que actuaban como “ofidios”, algo que realmente imponía respeto.
Pero ahí estaba Vélez, con su personalidad, con su chapa bien ganada de equipo “chivo”, ahí estaban esas más de 2.000 almas velezanas que habían cruzado la frontera para desparramar a grito pelado su pasión por Vélez, para representar a los miles y miles que esa noche sufriríamos frente al televisor, aquellos que no pudimos ir, pero ellos se hicieron fuertes también y casi como una alegoría, no se sintieron visitantes ante semejante mundanal, ellos fueron como un oasis en el desierto, fueron un manantial en medio de un palustre, en medio de un pantano, esa “torcida paulista” no aceptaría nunca una derrota ante Vélez, pero el destino manda y la suerte ya estaba echada.
Creo que el resto amigo velezano ya fue dicho, fue escrito, filmado, fotografiado.
Un penal que CHILA no pudo detener nos sacudía, el partido se tornaba dramático, la expulsión de Cardozo nos limitaba aún más, cada centro al área de Vélez se sentía como una invasión, todos queríamos rechazar, todos queríamos que se disipe cada ataque brasileño, fue un verdadero suplicio, agobiante.
Después de tal descomunal sufrimiento de aquellos interminables 90 minutos, nuevamente los penales definirían la historia, esta vez al campeón.
El juez pitó el final y el alma nos volvió al cuerpo, pero algo, muy dentro de nosotros nos decía que ya había pasado el temporal y que el cielo se abriría para Vélez, así lo sintieron los jugadores y así acusaron los brasileños con sus rostros de preocupación.
Había preparado mi paquete entero de cigarrillos para el comienzo del partido, solo quedaban 8, 12 cigarrillos en casi 2 horas me habían producido ya cierto malestar, pero ahí estaba nuestro Vélez y poco me importaba el nubarrón plagado de nicotina en mi living y dentro de mí, nuestro equipo estaba a punto de abrazarse a un logro que ya en el seno de cada corazón velezano, no podía escaparse. Los penales mostraron toda la envergadura de aquellos jugadores, fueron banca, fueron próceres, porque CHILA detuvo el primero e hizo el suyo, porque Almandoz, Zandoná, y Trotta hicieron lo propio y porque el Tito Pompei sentenció el grito más esperado, para que todo sea una locura, para que haya gente desparramada en cada hogar festejando la conquista más preciada, para que las lágrimas inundaran muchos barrios, para que esas almas fortineras en tierras brasileñas se abrazaran a una emoción incontenible, para enmudecer al resto de un estadio que no creía lo que veía y que ya era asunto concluido, el llanto de Almadoz y Cardozo, el grito de Carlos Bianchi lejos del campo de juego, la corrida de Trotta con la bandera argentina, para que los relatores gritaran por Vélez que después de varios años con manos vacías, un equipo argentino se alzaba nuevamente como el mejor de América y la Copa Libertadores volvía al país con domicilio en Juan.B.Justo 9200, para lucirse y mostrarse ante los ojos humedecidos de los velezanos.
Que más podemos agregar amigo mío, el romance de barrio, que toda una familia gigante se vista de etiqueta, con el Azul y el Blanco a cuestas, la epopeya ya tenía dueño, Vélez tocaba el cielo, 10 años de un recuerdo inolvidable, para los que estuvieron y ya no están, para todos los que vivimos ese momento inolvidable y hoy lo recordamos, para cada fortinero que estuvo y quizás hoy esté en otras tierras, tan lejos pero tan cerca a la vez, que más podemos agregar, las revistas, la televisión, los diarios, Vélez estaba en la portada de todos los medios, ejemplares de colección para toda la vida, GRANDE VELEZ!!!!!
Ya no eran tiempos de cargadas en los colegios para los pequeños hinchas de Vélez, ya no eran tiempos de escuchar que nos tilden de “murga”, ahora Vélez era otra cosa, ya había sacado su chapa de GRANDE, ahora nosotros desparramábamos felicidad, el hincha de Vélez obtuvo su merecido premio, años y años de cosechas vacías de gloria, Vélez Sársfield ya había entrado en terreno grande y aún vendrían más emociones en aquella década de oro.
Una vez más, me pongo de pie y aplaudo a rabiar, me emociono y festejo, como aquel 31 de Agosto de 1994, FELICIDADES QUERIDO VELEZ!!!!, FELICIDADES AMIGO VELEZANO!!!, la medalla de un gran campeón está clavada en cada corazón fortinero y ahí quedará para siempre, como corresponde.

Jorge Poma

Los caballeros de la mesa gloriosa

Tarde porteña, de repente me encontré en un bar, exhausto después de largas horas de trabajo. No recuerdo como fui a ese lugar, pero si que era amplio y estaba casi vacío, salvo un señor que de espaldas a mi ingreso; leía atentamente un periódico. Me resultó familiar su calvicie, no obstante busqué ubicarme en algún sitio en el que me encontrase tranquilo y tampoco se como, terminé sentado en una mesa que ahora si daba de frente al rostro de esta persona. Mis sentidos se paralizaron!!!, no podía creer lo que mis ojos veían, Carlos Bianchi estaba frente a mí y a escasos metros de mi mesa. Respire profundamente, pedí un café y no dude ni un momento, ¡tenía que ir a saludarlo!, noté antes de pararme que el “virrey” estaba sentado en una de las casi veinte sillas que rodeaban una amplia mesa.
Me sorprendí por esta situación, empero, sin pensar que decir me paré ya decidido a ir en busca de ese saludo, pero volvió a sacudirse toda mi humanidad!, por la misma puerta por la que yo había ingresado entraron en fila liderada por Julio Santella, nada más y nada menos que el “pacha” Cardozo, Bassedas, el “coio” Almandoz y el “pepe” Basualdo.
Para que describir lo que en ese momento pasó por mi mente, caí sentado pesadamente nuevamente en mi sitio, ahora entendía lo de la amplia mesa. Hubo abrazos, bromas, todo parecía desarrollarse con una normalidad “irreal”, había aún sillas sin dueño, me quedé en mi lugar contemplando como si fuera el mejor de los paisajes la ya sin duda reunión de “próceres”. Pero...¿y las demás sillas?, apenas había finalizado mi auto interrogación cuando entre risas y algún grito ingresaron siempre por la misma puerta, Víctor Hugo Sotomayor, el “negro” Gómez, “popeye” Herrera y el “chino” Zandoná.
Imaginen mi situación, un hincha fanático de Vélez como único espectador de una reunión que aún no lograba entender, pero mucho menos creer.
Pedí un segundo café, comencé a agudizar mi oído, escuchaba perfectamente los diálogos, recuerdos inolvidables eran esbozados por sus propios protagonistas, por un momento creo que hasta me avergoncé ante la magnitud de lo que yo estaba presenciando.
Como hermanos, como amigos, casi pegaditos hicieron su ingreso ahora el “turco” Asad y el “turu” Flores. Noooooo!!!!!, me auto sentencié, -¡esto no puede ser!-, otra vuelta de abrazos interminables pintaban mis pupilas de AZUL y BLANCO. Hubo un momento de silencio, se abrió nuevamente la puerta, Trotta apareció, nuevamente la mesa se estremeció como un terremoto, otra vez los abrazos, otra vez las bromas, otra vez.................otra vez quede entumecido, ya no había dudas, frente a mi estaban “Los caballeros de la mesa gloriosa”, no sé si pude pestañar por algunos minutos, el “tito” Pompei, el “gallego” González, “el flaco” Pellegrino, Carlos Compagnucci y el “beto” Camps se precipitaron también como un aluvión sobre “esa” mesa ,no pude contarlos, solo supe que era la máxima expresión de una década gloriosa, faltaban varios pero solo una silla había quedado vacía y en ese instante me paralicé aún más, una silla solo podía ser ocupada por UNO, todas las miradas casi en forma simultánea viajaron hacia la puerta, sentí que no podía respirar, aguardé ese instante supremo y ese momento llegó. Como un fantasma, sin darme cuenta de dónde venía pero sabiendo no se como al igual que el resto de los “próceres” quién sería, APARECIO el CHILA!.
Otra vez el silencio se apoderó del recinto, todos se pararon, increíblemente como una fuerza que se apoderó de mis músculos, yo también me encontré de pie. Sentí la sensación que todos aguardábamos en escuchar la voz del “cacique” y la voz llegó, señalando la mesa pero dirigiéndose a todos dijo: TU NO HAS GANADO NADA!!!; y ahí si, para que describir el desenlace, hubo risas, saltaron todos de la mesa y se unieron una vez más a un abrazo gigante.
Sentí que una lágrima corría por mi mejilla, no me avergoncé, sabía de que se trataba esa sensación, la que hubiese experimentado cualquier velezano, tenía frente a mi a quienes escribieron las más grandes epopeyas de la historia velezana, cerré los ojos.
Recordé viejas epopeyas, el gol del turco a Argentinos Jrs. en cancha de ferro, gol que sería vital y nos llevaría luego a esa emoción de gritar campeón luego de 25 años, el gol al Milan, la apilada de Flores frente a Belgrano en aquel recordado 2-0, el gol de Basualdo en la bombonera para empezar a pintar la Copa del 94, el gol de Trotta a Lanús en aquella noche de Avellaneda, los goles del “gallego”, una tras otro los del CHILA, “La luna y la pelota se abrazaron”, el penal del Tito en el Morumbí, cada una de las vueltas olímpicas, los abrazos de una década que quedará impregnada por siempre en cada fortinero.
Así, frente a mí, estaban ellos y un montón de recuerdos imborrables.
Cuando abrí nuevamente los ojos me encontré en mi habitación, mis latidos eran presurosos, mis mejillas aún estaban húmedas, ¡estaba soñando! pero aún recordaba ese momento antes de despertarme, cuando todos, “Los caballeros de la mesa gloriosa”, me miraron, me habían regalado algo difícil de explicar, sentí que en mi persona estaban todos los velezanos juntos, solo atiné a aplaudir y repetir una y mil veces GRACIAS!!!, me sentí profundamente emocionado, todavía me parecía escucharlos y como si fuera poco, aún suena en mis oídos casi como broche de ORO a tan hermoso sueño una palabra, una sola palabra que me regaló Carlos Bianchi en ese bar de no se dónde:
FELICIDADES!!!!, me dijo! fue en ese momento cuando desperté.

Jorge Poma.

Simplemente Chila

Inmenso, extraordinario, monumental, único, pocos futbolistas en el mundo han adquirido tanto cariño por parte de los hinchas, de sus hinchas, pocos se han transformado en emblema, se han vestido de próceres, han logrado emocionar tanto a una multitud, ¡pocos en el mundo señores! pero único sin dudas para nosotros, han logrado esa fusión de carisma, personalidad y autoridad que nuestro CHILA nos regaló, si CHILA, el más grande como lo dije alguna vez, como lo diré y lo sentiré, como todos nosotros lo sentimos, como EL MAS GRANDE, sin dudas.
Volvió un día a Liniers con ganas de regalar más emociones, volvió por encima de quienes o quién dudaba de su regreso o sencillamente no lo quería. Resulta que el CHILA dijo sí y Liniers se conmovió, el Amalfitani se vistió de fiesta, más robusto, mas sereno, salió aquel día por la “manga” y extendió sus brazos en respuesta al ensordecedor CHILAVERT, CHILAVERT!!!, las lágrimas de los fortineros no tardaron en asomarse, EL REY estaba de vuelta, con la ilusión puesta en marcha, burlándose de aquellos que ponían en tela de juicio su condición física. Pero CHILA no necesitaba elongaciones, ni elasticidad, no la pedíamos, solo queríamos volver a verlo, con eso bastaba y el resto vendría solo, la guapeza del caudillo, el ceño fruncido, el pecho a las balas y todo lo que sabíamos, no podía faltar de su humanidad.
Pero no pudo hacer el regalo que él quería, no pudo entregarle al hincha lo que sin dudas él quería regalar como despedida, se le escurrió entre las manos una copa que también nuestro CHILA deseaba, pero no pudo ser.
Los argumentos futbolísticos de Vélez no fueron suficientes para coronar este regreso, pero a todos no bastó con volver a verlo, -que me importa si no llegó a una pelota!-, -que me importa si no pudo convertir un penal!-, hay cosas que realmente poco nos importa, al menos a nosotros los hinchas de Vélez, acostumbrados a padecer la lucha por los objetivos, a sufrir como se dice usualmente.
Lo que realmente nos importó fue volver a verlo, no hace falta recordar lo que CHILA nos dió, es algo que está clavado en la mente y en el corazón de cada fortinero, CHILA fue el más grande “gladiador” que tuvo esta hermosa institución en lo que a fútbol le compete.
Varias generaciones lo recordarán por siempre como esas personas que hacen cosas trascendentes y CHILA será trascendente por siempre en Vélez y también en el mundo.
Sólo me resta volver a agradecerte José Luis por regalarnos tantas y tantas alegrías, por lo que hacés en el día a día como persona más allá del futbolista, por cada sonrisa que dibujaste en la cara de los pibes con tus “mimos”, con un autógrafo o con una foto, por cada lágrima de emoción que hiciste correr por los rostros “marcados” de lo vitalicios, por cada lágrima que hiciste correr a los más jóvenes, a las mujeres fortineras, por cortarle la respiración a los relatores, por dejar sin aliento a cada rival, por haber levantado tantas copas, por tantas vueltas olímpicas, por jugarte el pellejo por tu Vélez que siempre será tu casa, por cada grito, por cada gol, por lo que sos como ser humano, algo que pocos conocen.
Espero tu despedida CHILA, en el Amalfitani, con tu gente, para aplaudirte a rabiar aunque sea la última vez, para gritar más fuerte que nunca tu apellido histórico, tu apellido memorable, ese apellido que desgarra el corazón por tanto cariño y quiebra las voces de emoción.
Pero nunca te irás, será una despedida formal nomás, nunca te despedirás de tu Vélez, ni Vélez se despedirá de vos, siempre habrá algo, siempre habrá mucho entre vos y El Fortín, siempre estarás con nosotros. Pasarán los años, y algún día en el silencio de un Domingo sin fútbol alguien entrará al estadio, se sentará en la tribuna o en una platea, se encenderá un cigarrillo, observará con atención tan hermosa cancha y de repente escuchará que de cada rincón, como una brisa que va tomando envión hasta transformarse en un tornado retumba el grito de ¡CHILAVERT, CHILAVERT!.

Jorge Poma.