martes, 30 de octubre de 2007

Los caballeros de la mesa gloriosa

Tarde porteña, de repente me encontré en un bar, exhausto después de largas horas de trabajo. No recuerdo como fui a ese lugar, pero si que era amplio y estaba casi vacío, salvo un señor que de espaldas a mi ingreso; leía atentamente un periódico. Me resultó familiar su calvicie, no obstante busqué ubicarme en algún sitio en el que me encontrase tranquilo y tampoco se como, terminé sentado en una mesa que ahora si daba de frente al rostro de esta persona. Mis sentidos se paralizaron!!!, no podía creer lo que mis ojos veían, Carlos Bianchi estaba frente a mí y a escasos metros de mi mesa. Respire profundamente, pedí un café y no dude ni un momento, ¡tenía que ir a saludarlo!, noté antes de pararme que el “virrey” estaba sentado en una de las casi veinte sillas que rodeaban una amplia mesa.
Me sorprendí por esta situación, empero, sin pensar que decir me paré ya decidido a ir en busca de ese saludo, pero volvió a sacudirse toda mi humanidad!, por la misma puerta por la que yo había ingresado entraron en fila liderada por Julio Santella, nada más y nada menos que el “pacha” Cardozo, Bassedas, el “coio” Almandoz y el “pepe” Basualdo.
Para que describir lo que en ese momento pasó por mi mente, caí sentado pesadamente nuevamente en mi sitio, ahora entendía lo de la amplia mesa. Hubo abrazos, bromas, todo parecía desarrollarse con una normalidad “irreal”, había aún sillas sin dueño, me quedé en mi lugar contemplando como si fuera el mejor de los paisajes la ya sin duda reunión de “próceres”. Pero...¿y las demás sillas?, apenas había finalizado mi auto interrogación cuando entre risas y algún grito ingresaron siempre por la misma puerta, Víctor Hugo Sotomayor, el “negro” Gómez, “popeye” Herrera y el “chino” Zandoná.
Imaginen mi situación, un hincha fanático de Vélez como único espectador de una reunión que aún no lograba entender, pero mucho menos creer.
Pedí un segundo café, comencé a agudizar mi oído, escuchaba perfectamente los diálogos, recuerdos inolvidables eran esbozados por sus propios protagonistas, por un momento creo que hasta me avergoncé ante la magnitud de lo que yo estaba presenciando.
Como hermanos, como amigos, casi pegaditos hicieron su ingreso ahora el “turco” Asad y el “turu” Flores. Noooooo!!!!!, me auto sentencié, -¡esto no puede ser!-, otra vuelta de abrazos interminables pintaban mis pupilas de AZUL y BLANCO. Hubo un momento de silencio, se abrió nuevamente la puerta, Trotta apareció, nuevamente la mesa se estremeció como un terremoto, otra vez los abrazos, otra vez las bromas, otra vez.................otra vez quede entumecido, ya no había dudas, frente a mi estaban “Los caballeros de la mesa gloriosa”, no sé si pude pestañar por algunos minutos, el “tito” Pompei, el “gallego” González, “el flaco” Pellegrino, Carlos Compagnucci y el “beto” Camps se precipitaron también como un aluvión sobre “esa” mesa ,no pude contarlos, solo supe que era la máxima expresión de una década gloriosa, faltaban varios pero solo una silla había quedado vacía y en ese instante me paralicé aún más, una silla solo podía ser ocupada por UNO, todas las miradas casi en forma simultánea viajaron hacia la puerta, sentí que no podía respirar, aguardé ese instante supremo y ese momento llegó. Como un fantasma, sin darme cuenta de dónde venía pero sabiendo no se como al igual que el resto de los “próceres” quién sería, APARECIO el CHILA!.
Otra vez el silencio se apoderó del recinto, todos se pararon, increíblemente como una fuerza que se apoderó de mis músculos, yo también me encontré de pie. Sentí la sensación que todos aguardábamos en escuchar la voz del “cacique” y la voz llegó, señalando la mesa pero dirigiéndose a todos dijo: TU NO HAS GANADO NADA!!!; y ahí si, para que describir el desenlace, hubo risas, saltaron todos de la mesa y se unieron una vez más a un abrazo gigante.
Sentí que una lágrima corría por mi mejilla, no me avergoncé, sabía de que se trataba esa sensación, la que hubiese experimentado cualquier velezano, tenía frente a mi a quienes escribieron las más grandes epopeyas de la historia velezana, cerré los ojos.
Recordé viejas epopeyas, el gol del turco a Argentinos Jrs. en cancha de ferro, gol que sería vital y nos llevaría luego a esa emoción de gritar campeón luego de 25 años, el gol al Milan, la apilada de Flores frente a Belgrano en aquel recordado 2-0, el gol de Basualdo en la bombonera para empezar a pintar la Copa del 94, el gol de Trotta a Lanús en aquella noche de Avellaneda, los goles del “gallego”, una tras otro los del CHILA, “La luna y la pelota se abrazaron”, el penal del Tito en el Morumbí, cada una de las vueltas olímpicas, los abrazos de una década que quedará impregnada por siempre en cada fortinero.
Así, frente a mí, estaban ellos y un montón de recuerdos imborrables.
Cuando abrí nuevamente los ojos me encontré en mi habitación, mis latidos eran presurosos, mis mejillas aún estaban húmedas, ¡estaba soñando! pero aún recordaba ese momento antes de despertarme, cuando todos, “Los caballeros de la mesa gloriosa”, me miraron, me habían regalado algo difícil de explicar, sentí que en mi persona estaban todos los velezanos juntos, solo atiné a aplaudir y repetir una y mil veces GRACIAS!!!, me sentí profundamente emocionado, todavía me parecía escucharlos y como si fuera poco, aún suena en mis oídos casi como broche de ORO a tan hermoso sueño una palabra, una sola palabra que me regaló Carlos Bianchi en ese bar de no se dónde:
FELICIDADES!!!!, me dijo! fue en ese momento cuando desperté.

Jorge Poma.

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